lunes, 11 de abril de 2011

Como camaron

y un noche volví a vivir Buenos Aires. Parecía todo tan Madrid (me encantaría decir Europa, pero no conozco nada más), tan primer mundo. Las bicisendas, el alquiler de este transporte, Placido Domingo gratis (para los de la provincia), y demás consideraciones. Veniamos zafando. Divinamente, casi por casualidad. Cuando, hace unas dos horas nomás, vivimos uno de esas -tantas- escenas de Nueve Reinas. La cámara lenta, en un 360 tan desnudo casi que engaña. Dos personas, una empuja, la otra te roba. Mi amiga se dio cuenta, mira la cartera, se dio vuelta y la re puta que te parió. Empujones, y todo menos linda.
Diez minutos después entramos al recital de la banda española más linda y más zurda que conozco. Adoradora del Che y politicamente correcta, cada tres temas tenían algo que decir de las barbaridades del capitalismo.
Algunos clichés que se vivieron entre la rajas:

Que los españoles vinieron todos a robar, saquear y violar a las mujeres.
Alusión a uno de los temas y viva la clase obrera que laburan "porque no les queda otra"
A la mierda todas las empresas de trabajo temporario.

Y otros que no recuerdo. Amen de eso, por supuesto que sus entradas distan de estar accesibles para la clase trabajadora. Platea, la más barata 250 pesos. Arriba, atrás a la derecha, algo así como 100 pesitos.

Capaz querrán ellos contratar a todos aquellos que no se emplearían en algun hotel en alguna temporada. O mismo algun gaffer, staff, sonidista contratado sólo para determinadas giras, shows. No está mal, José, querer empelar. Quien sos vos para tomar la decisión laboral por otro.

Cerré los ojos de ese aire denso, humo de teatro, locura, y me dispuse a disfrutar el show. Total, pensé ya había pagado la entrada. Y los abrí, y me acordé de vos.

todo había sido un sueño
muy real y muy profundo 
tus ojos no tienen dueño
porque no son de este mundo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

los tuyos, los tuyos.