martes, 28 de mayo de 2013

los shorts de la discordia

Miré a mi alrededor doblando la cabeza hacia la izquierda. Todavía faltaban cinco minutos. Había cerrado el departamento con doble llave, por las dudas, bien de manual. Vívia en el segundo piso de un departamento nuevo sobre un boulevard a un par de kilometros de la casa de una de las princesas. Estaba en Amán.

Hacían unos 20 grados empezando octubre. Había bajado rápido por las escaleras porque tengo cierta aprensión a los ascensores hermeticos. Prefiero los viejos de tijera, viejas mañas que le quedan a uno y por dos pisos no iba a improvisar en aventuras. Todavía se podía oler el viejo olor a construcción, a cables mojados y tirados, escombros en un rincón y hasta un telefono verde a pulso. Me acuerdo porque sonreí, tengo uno igual pero rojo. Con ese hablo con Clarín.

Me buscó cuatro autos azules después de que bajé. O cinco. Lo suyo no era puntualidad alemana, pero me dijo algo en arabe que nunca llegue a entender, sonrió, cerré la puerta y avanzamos hasta el primer semáforo. Shorts de jean, remera con bikini abajo. Bolso de playa.

Hacía muchisimo tiempo que alguien no me miraba así. A tal punto que me miré a ver si no habia salido con las pantuflas puestas (me ha pasado). Esa mirada de sorpresa, de atención previa a una semifinal por penales. Bajé la ventana para escaparme de ese aroma de limón de lavadero de auto barato. Tenía sed. Y mucha. Aproveche la musica para mirar al costado, un hombre acarreaba unas 23 cabritas por el costado de la avenida del barrio universitario. Sonrei de nuevo, debe ser Moises. Creo que salió el tema del ateismo. De porque tengo un tatuaje y mi amor por la idea de la independencia y la soledad de la rutina de vivir sola. Paramos dos semáforos después. Lo miraba, era tan pero tan lindo.

Me corre la cara y me dice que los de al lado me estaban mirando las piernas. Y si, amigo, pasa. Los hombres miran siempre. Pero me miraban como si no hubiesen visto unas piernas destapadas jamas en su vida. Los jordanos tendrian unos 30. Casi se baja a matarlos cuando cambió la luz. Dos minutos más cerca del mar muerto le pedí parar a comprar una coca en la estación de servicio.

Ashara, shukran. Algo asi como que le cargue 10 dinares (12 euros) al tanque. Quise bajar a comprar mi gaseosa, pero no hubo manera de disuadirlo. Bajar en shorts camino a la playa era como salir desnuda al central park en pleno febrero. No hubo caso. me quede en el auto incapaz de bajar así vestida.

Primera y última experiencia en shorts. Hola bufanda. Pero ese es otro capítulo.

lunes, 20 de mayo de 2013

Entrevista en FM Identidad


lunes, 6 de mayo de 2013

Preboliche

-Ella está en un partido político, dijo Pepi mientras me llenaba el vaso de una Palermo sin gas

Es una de esas noches que apostás tres pesos y terminás ganando cincuenta y te vas. hasta que alguien, cualquiera, te mira y frente a seis pibes divinos te la manda a guardar. Si, ella, Belén, la del vestido negro, esa es política. Chau, todo encanto, todo delineador, toda sombra que te pusiste es al pedo, perdiste automaticamente todo el encanto de mujer. Pasaste a ser un objeto de desprecio por todos los que te rodean. Es más, suele suceder que se corren la silla para los costados, como dejandote el aire. Será que se darán cuenta que te cuesta más trabajo respirar. No por vos, sino por la piedra de tu amiga y el resto de su santisima inquisición.

Sepan que si te dicen ella anda en politica, es porque no te quieren. los unicos que podrian congraciarse  por ello es si ellos mismos están en el mismo reino. Pero no suele suceder. Por el contrario, después del dictado del crimen viene la sentencia social.

- Ah si? Y donde militas?

Fuiste. Por más paraguas que abras, por más copa de etiqueta negra que pongas sobre la mesa tu condena es firme y tu sentencia es el exilio del resto de las conversaciones. El silencio después de la pregunta es solamente para darle el dramatismo de las comedias griegas.

Hay algo peor a eso que acabas de vivir?

Si, claro. Y como estás en el baile, bailás.

- En el Partido Liberal

Pena de muerte por bruja, a una mujer que escribe con la izquierda y que te dice que el estado es el papá de todos los males.

Y yo ya cambio cerveza por whisky sin hielo. A la salud de todos los estatitas.




sábado, 4 de mayo de 2013

ella le pidio que la llevara al fin del mundo

me hice un rodete a medio hacer, sin gomita, me puse una hebilla para el flequillo y empecé a escribir. me acordaba de esa noche. esas noches que cuando alguien te pregunta, y por qué no me contás una anécdota, te acordás de esa, justo de esa noche.

me había puesto unos tacos, medias negras no muy opacas y un vestido atado en la cintura por una cintita que encontre por ahí. media cola en el pelo con una hebillita verde de mariposa. me pasó a buscar en un auto gris, de esos que no podés acordarte la marca. pensé recién, uno de esos comunes, que tienen unos cuatro, cinco años. me agarró una puntada en el corazón. debe ser que tuve un soplo en el corazón de chiquita que me repercute ahora. si, claro. no es que me muera de ganas de verlo.

tardé dos tragos en enamorarme y tres llamados en desenamorarme.

marqué tu número sin quererlo. pensé tu nombre mientras rompía tu recuerdo en tres tequilas. saque el primer pasaje a la intemperie del primer hombre que me invitó a salir. y aun así, acá estoy. con vos, sin vos.

te espero,

yo, las tres aeme.