domingo, 24 de octubre de 2010

immortality

el policía de la esquina tenía el celular en una mano, el pucho en la otra. Estaba en blanco y negro, trajines de una muy mala noche. o una noche muy larga. lo peor del verano, pienso mientras cruzo la calle y dejo al pucho, el cana y la esquina atrás, es que amanece muy temprano. Se acorta tanto la noche que uno tiene, debe caer a babor y agarrar el atajo del infinito sabor al descoonicerto de un sábado a la noche.

Siempre me gustó más la noche, y lo intercambio con escapes de mañanas con café negro, collar metalico y La Nación que sugiere la realidad todas las mañanas en la segunda puerta de mi casa. por qué será que las noches en bares lo ponen a uno filosófico? charlé toda la noche con un maniquí de avenida alvear. una mentira de verdades muy ciertas y muy aburridas.

pensé en irme a Panamá por 800 dolares, 7 horas y 4 frutas de estación. en cómo gritaba la pareja de al lado. en vos, en él, en ella, en que se acababa la cerveza con miel que me estaba tomando. en qué mal que chamuyan los hombres. las mesas de maderas, las velas tenues y ya por apagarse, el flaco del bar.

me voy. un beso.

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