viernes, 18 de junio de 2010

Algo que escribí hace un tiempo

"El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” Lord Acton


El oráculo fue determinante: algo tiene que cambiar. Latinoamérica padece desde hace ya varias décadas la enfermedad del populismo y tiene las venas abiertas…de tanta morfina que le dan por la sonda. El populismo es el modo que encontró el Socialismo del siglo XX para gobernar.

Así es como de la mano de retórica izquierdista y de una demagogia militante presidentes como Correa en Ecuador, Castro en Cuba, los Kirchner en Argentina, Morales en Bolivia y Lula da Silva en Brasil encontraron su camino allanado hacia el poder. Encontramos muchas más coincidencias que diferencias entre los países que conforman la gran región de América Latina.

Un par de años atrás le hice una entrevista a García Hamilton en relación al autoritarismo en América Latina. Por qué somos nosotros, los latinos de sangre caliente, más proclives a someternos a regímenes que coartan nuestra libertad individual? La respuesta, por lo menos, me hizo reflexionar. Según él, desde México hasta Argentina, hemos sufrido las atrocidades de un culto al estado, de una sociedad estamental, de la barbarie de un militarismo nacionalista. En una mirada rápida podremos parecer distintos pero la cultura es muy parecida: nos gusta los dictadores (y los valoramos como figuras patróticas), el estatismo económico, ser serviles y sumisos y nos gusta tener caudillos. El líder latinoamericano es el Leviatan del presente.

Los presidentes que orgullosamente flamean la bandera socialista en sus discursos son –vaya casualidad- los mismos que acallan a su población mediante intimidaciones, violencia directa, amenazas y la censura (indirecta y directa). El pueblo, ente al cual apelan, está para servir al régimen. Toda acción debe centrarse en la figura del líder. El culto a la personalidad es evidente y favorecido. Eva Perón, solía hablar de su marido como sinónimo del pueblo argentino. “Toda ambición atenta contra el pueblo, es decir contra Perón”. Su poder radica en la polarización entre lo nacional y lo extranjero. Así, siguiendo con el ejemplo de este mítico personaje de la historia argentina, el slogan utilizado por él fue “Braden o Perón”. Braden como figura que encarnaba al imperialismo y a la oligarquía y Perón, quien encarnaba lo nacional y lo criollo. Plutarco, autor que Perón irónicamente admiraba, solía advertir: “el verdadero destructor de las libertades de las personas es el que distribuye entre ellos recompensas, donaciones y beneficios”.


Estos líderes-próceres que creen llevar a su país al paraíso los arrastran en la más profunda corrupción (todas las relaciones político-económicas se miden por el grado de amiguismo), la dedocracia está al orden del día y el respeto por las instituciones republicanas es, sin duda, cada vez es menor. Favorecidos por el sistema presidencialita de gobierno, la tradición virreinal, y el miedo al vacío de gobierno de la población, el presidente-dictador escribe con promesas su futuro inmediato. Descree del mercado y piensa (y se lo cree) que sus colaboradores y él tienen el poder y la solución mágica de acabar con los problemas de desnutrición, pobreza, educación y salud de sus respectivos países. Sus técnicas, harto utilizadas, son los precios máximos, los altos impuestos, las regulaciones y habilitaciones.

Iluminado por sus líderes, el Socialismo del Siglo XXI, tiene, y temo decirlo, un futuro bastante prodigioso. Lula, castrista hasta la médula, parece ser el que mueve las piezas de este ajedrez regional. Su retórica, tan latina como la salsa en cuba y el bosanova en brasil, se ha vuelto el caballito de batalla y la punta de la flecha en el accionar de su agenda política.

El ciudadano criado bajo este afán de poder está curtido por tanto atropello institucional. La excepción hace la regla, y es así como en la Argentina, por ejemplo, han sucedido hechos –increíbles mirados desde afuera- como cinco presidentes en una semana, la hiperinflación de los finales de los ochenta, los cortes de luz, las huelgas generales, la prohibición y la violación de los ahorros privados por parte del Poder Ejecutivo, estados de sitios, golpes de estado, bombas, inseguridad…

Estos líderes populistas tienen tatuado en su discurso la famosa frase del “acato pero no obedezco”. Acallan a la masa crítica, oprimen a los opositores, y crean para sí una nueva versión de la historia. Abusos del sistema electoral, fraude, abultada y arbitraria propaganda oficial para con los candidatos oficialistas son algunas de las tácticas utilizadas para perpetuarse en el poder. En el caso de Honduras, país que vela por la alternancia en el cargo público, el ejemplo del ex presidente Zelaya fue más que admirable. Puede decirse que su afán por gobernar más del tiempo estipulado y abogar por la reelección le costó el puesto e influencia política.

Entender que el status quo en el que vivimos puede cambiarse, valorar las cosas simples pero reales de que cada persona es dueña de sí misma, de sus decisiones y de su fruto de trabajo y que bajo un manto de justicia todos tenemos el derecho de expresarnos cómo y cuándo querramos es el primer paso para lograr una sociedad libre.

Pero la libertad es más que eso: Libertad es el derecho a cuestionar y cambiar la forma establecida de hacer las cosas. Esa es la continua revolución del mercado. Es su entendimiento que nos permite reconocer los defectos y buscar soluciones. Es el derecho a proponer una idea, de la que se burlan los expertos, y verla causar sensación entre las personas. Es el derecho a aferrarse – a un sueño – a perseguir su sueño, o aferrarse a su conciencia, incluso si usted es el único en un mar de dudosos. Ronald Regan

La inyección de adrenalina que el cuerpo necesita se llama Libertad. Con ella, llegamos a romper las cadenas que nos atan a la servidumbre del autoritarismo, a la creencia de que más estado es mejor y de que vender la seguridad al líder es sinónimo de hacer un pacto con el diablo. El pueblo latino debe ahora, más que nunca, dejar de lado la personalización de la política y entender que la libertad se hace con esfuerzo. Pero lo vale.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Mandala como carta de lectores a la nacion y a clarin ya!!!
Escribis realmente muuuuuuuuuuuy bien!!!
Grooosssa!!!!!!!!!!!!
besos ceci