viernes, 16 de julio de 2010

Charlas de café con leche

Buenas tardes señora… corrige, señorita, casi automáticamente. Qué desea hoy? Un café con leche doble, más café que leche. Espera a alguien? No, caballero. Tenía ganas de un café.

Había entrado de casualidad a ese café cerca de avenida de mayo. Frío era poco. Me acordé de aquella vez que se me salió el hombro esquiando, de otro sinsentido cuando me quebré la mano izquierda cuando volé en un barco y estuve 15 días sin saber que tenía quebrado y desviado el metacarpo. Maldita humedad porteña.

Si, gracias. Por donde pueda. Si sabré que el tiempo es subjetivo. No me vengan con empirismos. Esos segundos que duran diferente en situaciones diversas. Vamos. Que sí, les digo. Esos segundos antes de largar una carrera. Ese segundo tan lento cuando te topas con otros ojos por la calle. El segundo antes de entregar un examen que sentís que hasta ese momento tenés el control. El segundo descontrolado que quisieras congelar antes de cortar por teléfono. El segundo en una sala de espera del hospital. El segundo después de comprar algo con tus ahorros. De subirte al avión. De firmar un contrato. De probar una comida. El segundo teñido de rosa. De quedarte dormido. De soñar con vos. El segundo antes de acordarte, de arrepentirte. El segundo después.

Me acurruqué la bufanda naranja alrededor del cuello. El tire y el empuje que siempre me equivoco. El mozo se ríe. Yo también.

1 comentarios:

Fede dijo...

que bueno que seguis escribiendo en buenos aires.
cada vez me gusta más.
besos!!