domingo, 30 de junio de 2013

Colectivo berlinés

Hacía mucho que no me pasaba algo por el estilo. O creo que hace mucho que no lo buscaba. La verdad es que pasó así sin más introducción que estas líneas.

Eran las 7.55 me acuerdo porque me peiné rápido ese día miércoles. Me puse las lentes de contacto casi sin mirarme al espejo, me agarre el pelo con una mano y lo sujeté con una bic azul. Guardé la llave del hostel en el bolsillo de atrás del jean, empujé las ojotas debajo de la cama y volví a mirar el reloj. 7.59.

El coletivo berlines. Ahora que me pongo a escribir, tiene algo de que rima con un perro andaluz. Un colectivo berlines. Queda lindo. En fin, estaba yo arriba del TXL rumbo al aeropuerto de Tegel a buscar a Marcelo, un amigo que llegaba desde Londres. Abrí el mapa porque sabía que tenía una hora de viaje teniendo en cuenta el trafico matutino y no hay nada más que hacer cuando el celular se convierte en un instrumento elemental. De repente…

-Do you need help?

Y sin otro aviso se me sentó al lado con el colectivo casi vacío porque recién arrancaba el recorrido.

Le dije que no pero no llego a escuchar mi respuesta que siguió sólo hablando. Me contó que es periodista, que trabaja freelance. Que escribió un libro. Y que parecía yo preocupada. Que debería llamar a mi madre todos los días, que ella me extraña. Y de un momento a otro me confesó que él sabe porque los hombres no quieren comprometerse. Que porque las mujeres los terminan dejando. Que su libro es sobre eso y porque la mujer tiende a volverse lesbiana frente a este contexto social. Que el se inició sexualmente a los 21 con quien fue su mujer. Mira su maletín, quedaban aún un par de paradas para ir al seminario de periodismo. Que en su época (y se rasca la pera) las mujeres tardaban 5 meses es darte un beso. Que ahora los hombres no las quieren porque se regalan y eso aburre. Yo miraba al frente pidiéndole a los dioses griegos que se apiaden de mi. Me preguntó si tenía novio. Le dije que no. Mejor, responde. No te vas a casar antes de los 30. Mi ocráculo sentenció. Si, ahí dije, claro que si, este es un oráculo que salió de la nada, se sentó al lado y vaticinó mi futuro a mediano plazo. Que grande.

Después desbarrancó un poco más. Preguntó sobre mi pasado con los hombres, con el índice de homosexualidad en Latinoamérica. Le dije que no le iba a responder. Que no corresponde. No lo conozco ni me interesa compartir esa información con él. Dedujo que me inicié a los quince y que en latinoamerica andan todos embarazados. Lo surreal de la escena en el colectivo berlines temrinó a eso de las 8.50 cuando se bajo poniéndose el sobrero y saludando con un gesto de la cabeza.


Y recordá saludar a tu madre.

martes, 18 de junio de 2013

The Libertator

I am aware, that many object to the severity of my language; but is there not cause for severity? I will be as harsh as truth, and as uncompromising as justice. On this subject, I do not wish to think, or speak, or write, with moderation. No! no! Tell a man whose house is on fire, to give a moderate alarm; tell him to moderately rescue his wife from the hand of the ravisher; tell the mother to gradually extricate her babe from the fire into which it has fallen; but urge me not to use moderation in a cause like the present. I am in earnest — I will not equivocate — I will not excuse — I will not retreat a single inch — and I will be heard. The apathy of the people is enough to make every statue leap from its pedestal, and to hasten the resurrection of the dead.

source 

viernes, 7 de junio de 2013

Te acordás ese día?

Y están los días comunes, que no pasa nada. Esos días que se confunden con el resto. Los días tapón. los días parentesis. Los días que se sacrifican para que existan los otros. Esos otros son los que te suman o te restan fuera del parentesis. Esos días son los raros, los inesperados, los tristes, los excepcionales, los incómodos, los extremadamente largos (días insomio), los anecdóticos, los días primeras veces y los días de despedidas.

Hoy fue uno de esos.

Y hablabamos de las decisiones que te marcan, que te hacen conocer gente, que te imprimen el plan de viaje. Me habló justo en el 152 a las 12.04, mucho frío hacía esa noche y yo había dejado el blazer en casa. Hacían semanas que no escuchaba su voz. La última vez estuvo en mi casa fumando shisha y recitandome los presidentes de la argentina con una inexplicable memoria. Con los pies sobre la pared blanca de casa, traté de cantarle los presidentes de los vices que me iba dictando, en vano. Sabía solo dos o tres. También me preguntó el orden de los 6 que vinieron despues de De la Rua. Fue esa conversación que tenés con alguien solamente porque estás aburrido esperando tu parada para bajarte. le dije que volvamos a vernos.

Caminaba por marcelo t y florida y me sonrie. 12.05 del mediodia.

Me encantan esos días que te encontras con gente por la calle, o en la parada del colectivo, o arriba del tren. O en otra ciudad. Me encanta que la improbabilidad tenga un horario y una coordenada. No puedo pensar que fue casualidad. Las casualidades cuando son casualidades, no existen.

domingo, 2 de junio de 2013

Extractos de una noche de lectura violenta

Me desperté hoy y al lado mío en la cama había una chica.

Abrí los ojos y lo primero que hice fue estirarme y destaparme de todas las frazadas. Tardé cinco segundos en darme cuenta en qué lugar del mundo me encontraba. En que ciudad, en que mes, y en que diemensión. Estoy en la calle Esmeralda, ciudad de buenos aires, mes de junio, con mi mejor amiga que se quedó a dormir como en los viejos tiempos después de una noche de cerveza tirada, dardos y botas texanas (es largo)

Anoche me quedé la tarde leyendo el libro de mi amiga que viaja, Ani. Me dio el manuscrito (va, la primera version de su libro) para que la lea, opine, edite. No voy a sacarle el crédito ni adelantarles nada pero dice, que el primer viaje es como el primer amor y que ir conociendo las ciudades depende mucho de la experiencia personal de cada quien. Yo coincido. Y me puse a hacer memoria de las distintas anecdotas que me pasaron en muchas ciudades en las que he estado, pasado, vivido, visitando o tratandome de escapar de otras. Por que es asi, hay ciudades que sirven para escaparse de otras. Como las relaciones y las parejas. De esta manera, hay ciudades que te terminás enamorando con el tiempo, como Dubai, o son tan feas que te empiezan a generar ternura y te querés transformar el árbol para no irte nunca más. 
Me pasó en Chichicastenango en Guatemala, que la recorrí con 41 grados de fiebre y sin ibuprofeno ni paracetamol. Crei que me moría y bajé cinco kilos en una semana. Extendimos el tiempo en la ciudad feria indigena más conocida de ese pais centroamericano. Desde mi ventana venía gallinas, mamás llevando a su hijos envueltas en esa manta de colores, tamales, y montañas. Me acuerdo también la vez que volví a las seis de la mañana en Atenas después de escalar un monte y escribir mi nombre en una roca arriba de todo, y me abrió un boxeador yankee totalmente desnudo puteandome en español gallego (compartiamos el depto con varios). Me desperté pensando en ese recorrido en Estambul con un taxi, tipo persecusion de duro de matar, cinco o seis cuadras contramano, subiendose por la vereda cerca del barrio de taxim. De como me desloqué el hombro en una montaña cerca de Mendoza, Argentina. Como me miré con un mozo francés cuando cenaba en un restoran de paris, en el barrio latino. De las lluvias infinitas sin paraguas de londres. De como me escondi tomando mate en el primer dia de ramadan, camino a Fujeriah, Golfo de Omán. Del abarazo con Vicky después de tantos años de no vernos en la plaza mayor, Madrid y de aquel otro abrazo de despedida con Asaad en el aeropuerto de Amán.