domingo, 2 de junio de 2013

Extractos de una noche de lectura violenta

Me desperté hoy y al lado mío en la cama había una chica.

Abrí los ojos y lo primero que hice fue estirarme y destaparme de todas las frazadas. Tardé cinco segundos en darme cuenta en qué lugar del mundo me encontraba. En que ciudad, en que mes, y en que diemensión. Estoy en la calle Esmeralda, ciudad de buenos aires, mes de junio, con mi mejor amiga que se quedó a dormir como en los viejos tiempos después de una noche de cerveza tirada, dardos y botas texanas (es largo)

Anoche me quedé la tarde leyendo el libro de mi amiga que viaja, Ani. Me dio el manuscrito (va, la primera version de su libro) para que la lea, opine, edite. No voy a sacarle el crédito ni adelantarles nada pero dice, que el primer viaje es como el primer amor y que ir conociendo las ciudades depende mucho de la experiencia personal de cada quien. Yo coincido. Y me puse a hacer memoria de las distintas anecdotas que me pasaron en muchas ciudades en las que he estado, pasado, vivido, visitando o tratandome de escapar de otras. Por que es asi, hay ciudades que sirven para escaparse de otras. Como las relaciones y las parejas. De esta manera, hay ciudades que te terminás enamorando con el tiempo, como Dubai, o son tan feas que te empiezan a generar ternura y te querés transformar el árbol para no irte nunca más. 
Me pasó en Chichicastenango en Guatemala, que la recorrí con 41 grados de fiebre y sin ibuprofeno ni paracetamol. Crei que me moría y bajé cinco kilos en una semana. Extendimos el tiempo en la ciudad feria indigena más conocida de ese pais centroamericano. Desde mi ventana venía gallinas, mamás llevando a su hijos envueltas en esa manta de colores, tamales, y montañas. Me acuerdo también la vez que volví a las seis de la mañana en Atenas después de escalar un monte y escribir mi nombre en una roca arriba de todo, y me abrió un boxeador yankee totalmente desnudo puteandome en español gallego (compartiamos el depto con varios). Me desperté pensando en ese recorrido en Estambul con un taxi, tipo persecusion de duro de matar, cinco o seis cuadras contramano, subiendose por la vereda cerca del barrio de taxim. De como me desloqué el hombro en una montaña cerca de Mendoza, Argentina. Como me miré con un mozo francés cuando cenaba en un restoran de paris, en el barrio latino. De las lluvias infinitas sin paraguas de londres. De como me escondi tomando mate en el primer dia de ramadan, camino a Fujeriah, Golfo de Omán. Del abarazo con Vicky después de tantos años de no vernos en la plaza mayor, Madrid y de aquel otro abrazo de despedida con Asaad en el aeropuerto de Amán. 


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