En las montañas de Malasia? Pensé que estabas en KL. Y qué onda? No, no no hablé con él, pero contame vos, de tu pelo.
(escuchar con esta cancion de Sabina) Me di cuenta apenas cuando cerré la puerta de la casa que me estaba olvidando el celular. Sonreí, un día sin el maléfico artefacto no me va a matar. Uno piensa que cuando vuelve (y mas un sábado) va a tener cien llamadas perdidas, 40 mensajes de texto y varios correos de voz. Generalmente nada de ello sucede. Me tomé el tren, me acomodé al lado de la ventana que da al Hudson, saqué el libro y me transformé en un cliché.
Viajar en el tren es como soñar despierto, la mente se dispara para cualquier, cualquier tema. Me imaginé que sería de este mismo viaje sin la tecnología del siglo XXI. Me imaginé estar siete meses (cumplí ayer) sin Skype (usuario: leluarg) y me preocupé. Escribiendo cartas bajo una tenue luz en el inquebrantable enero neoyorquino y me desespero. El señor de al lado se va a morir, pensé, que pare de toser que pesa 240 libras y mide 6.1. Como menciona Watzlawick… en uno de sus axiomas: es imposible no comunicar. Es decir, todo comunica. Y acá en Manhattan, eso es decir mucho.
Yo en la 14st y la 4th Ave.
(escuchar con esta cancion de Sabina) Me di cuenta apenas cuando cerré la puerta de la casa que me estaba olvidando el celular. Sonreí, un día sin el maléfico artefacto no me va a matar. Uno piensa que cuando vuelve (y mas un sábado) va a tener cien llamadas perdidas, 40 mensajes de texto y varios correos de voz. Generalmente nada de ello sucede. Me tomé el tren, me acomodé al lado de la ventana que da al Hudson, saqué el libro y me transformé en un cliché.
Viajar en el tren es como soñar despierto, la mente se dispara para cualquier, cualquier tema. Me imaginé que sería de este mismo viaje sin la tecnología del siglo XXI. Me imaginé estar siete meses (cumplí ayer) sin Skype (usuario: leluarg) y me preocupé. Escribiendo cartas bajo una tenue luz en el inquebrantable enero neoyorquino y me desespero. El señor de al lado se va a morir, pensé, que pare de toser que pesa 240 libras y mide 6.1. Como menciona Watzlawick… en uno de sus axiomas: es imposible no comunicar. Es decir, todo comunica. Y acá en Manhattan, eso es decir mucho.
Yo en la 14st y la 4th Ave.
New York sufre de la Metamorfosis de Kafka. Gregorio somos todos los que caminamos en la isla. Me bajé del subte verde (para mi todo es por color), me até el pelo alto, me puse los anteojos y caminé para el lado de la segunda avenida y la calle 10. El barrio A está lleno de Punks y tattoos con extremidades. Son los que aún pueden pagar 950 dólares un cuarto de 2x1. Los otros, cruzaron el charco y viven en Wilamsburg, Brooklyn: el nuevo Palermo Hollywood de NY. Estas son las cuadras no top donde podés encontrar las mejores ofertas de cervezas tiradas, happy hours hasta las 20 (generalmente son hasta las 7) y las cosas más insólitas: el KGB Bar, ex reuniones de ucranianos comunistas, y un bar donde todos los martes a las 20 se reunen cual Mundial los enfermos fanáticos de Lost para tomarse una birra helada, sentarse en los sillones y competir sobre quién sabe más detalles de esta saga. Próximamente crónica.
la KGB en NYC
Cuatro cuadras largas al oeste me encuentro con Michael para ir a ver la película Kick Ass al cine. Ya es casi de noche en la ciudad de las mil luces. Los peatones son otros, advierto. En qué momento cambiaron? Qué me perdí? New York muestra su cara más de película que la real. Para mi son todos drug dealers ahora. Salgo del cine y…Pantalones de cuero apretados en cuerpos no aptos, cadenas de oro y aros gigantes. Siento que falta la música y empezamos todos a bailar para el nuevo video clip de 50cent. Entramos a uno de esos die bars de la zona, esquivé varias miradas mientras pasaba atrás de la mesa de pool. Cómo extraño a las chicas, dije en voz alta mientras la pareja de al lado se pedía dos tequilas cada uno.
Maldije al invierno una vez más por no tener campera y estar en sandalias. Bye Michael. See you on Monday. Al subte verde lo tuve que esperar como diez minutos que no fueron más que diez minutos de incredulidad. Al lado mío, unas 6 mujeres en sus 30s en plena despedida de soltera. Aplausos, globos, remeras verdes con la cara de la que permutaba libertad por compromiso. El andén se convirtió por diez minutos en un Pachá reloaded.
Exageradamente en esta ciudad todo comunica. Al cabo de varios minutos me tomé el tren de vuelta que se retrasó 15 minutos porque un pasajero le robó el ticket a otro mientras este se iba al baño. Mi compañero de asiento me miraba en búsqueda de contacto visual para charlar sobre lo que pasó varios asientos atrás. Me di vuelta y me hice la dormida. Suficiente por hoy, pensé.
4 comentarios:
I LOVE NEW TREN YORK , JA JA , ESE TREN YA ES PARTE DE TU VIDA Y ESTA HISTORIA DE N.Y POR FAVOR UN DIA SACALE UNA FOTO AL INTERIOR ASÍ CONOCEMOS A TUS ENTRAÑABLES COMPAÑEROS DE RUTA !!
BESOS MIRI
Belu!!!
Quedate tranqui q aca la estamos pasando peor siempre!
Te imagino contándome todo esto! me hacés reir nena!
beso enorme
Muy bueno!!!!
Quiero la charla en la KGB NYC, pero la de los ucranianos,
edicion de lujo con tu sonrisa en el medio de la crónica!! Un placer.
Besos!!!
Muy buena crónica Belu, te siento aca nomás cuando te leo!
Te quiero
Flor
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