“Tengo una soledad/ Tan concurrida/ Tan llena de nostalgias/ Y de rostros de vos/ De adioses de hace tiempo/ Y besos bienvenidos/ De primeras de cambio/ Y de último vagón (…)” Mario Benedetti
Buen día, Arueliano Buendia. Estoy monotemática, lo se. Es que cada paso que hago en esta ciudad, más se confirman mis sospechas. Sentirse acompañado en la ciudad de Woody Allen es faltar a la verdad, es caer en la sospecha de una pizca de esperanza. Ojo, hablo de quienes viajan solos. Quienes se cargan a cuestas una mochila de sueños, imaginación y ahorros. A ellos, van dedicadas estas líneas.
Como hace varios los domingos, me desperté, me cambié y caminé las cinco cuadras que me separan de mi café favorito sin más compañía que un billete de 10 dólares y la notebook en la mochila. Can I have some pankakes? Ei, Carlos, hacemos panqueques a esta hora? N.A. Eran las 12.30. Ah, hablás español. Ah sos argentina. Sí, vos también? (hace tiempo que ya nada me sorprende) No, de Uruguay. Bendita sea ella, pensé: es original. Enesemicrosegundoquepasó, me imaginé a ella explicando que Uruguay era un país sudamericano que se habla en español, que la capital es Montevideo y que es allí donde nació Gardel, el dulce de leche y las biromes. Ah, qué lindo. Me encanta tu país, contesté sin mucho sentido.
De nuevo, la pregunta inevitable: hace cuánto estás acá? Ocho años, pero ya no puedo volver. Qué extrañas? La rambla con los amigos, el mate, los asaditos, el rejunte. Pero es lo único. Sola te viniste? Sola…sola. Los ojos se escapan a un costado, supervisando que el café ya estuviera listo. Me senté con dos tostadas, manteca, mermelada y una café con leche tamaño mega. De fondo, un señor con camisa hawaiana toca la guitarra.
La primavera acá tiene tanto que ofrecer. Esta semana empezó el Triveca Film Festival, recitales al aire libre, happy hours en los techos de los edificios, galerías de arte que abren sus puertas, más shows en Broadway… Para los que gustan de los narcóticos, una lista de 50 cosas para hacer cuando estás high. No me pregunten. Cansada me tienen los que me dicen, a ocho mil kilómetros de distancia, que que estoy haciendo que todavía no fui al museo de cera, al museo del sexo, al festival del tornillo… Ni me interesa hacer todo, ni tengo ganas. En Buenos Aires, nadie en su sano juicio, sale a caminar todos los fines de semana buscando algo para entretenerse. Aveces, el hacer es no hacer nada.
Cerré la notebook después de enterarme el nombre del volcán que erupcionó en Islandia. Volví a casa por otro camino. Siempre me olvido el paraguas, pensé. Me fijé el clima para los próximos cuatro días desde mi teléfono. Bueno, podría ser peor. Podrían ser cuatro años.
domingo, 25 de abril de 2010
Perfil de una día cualquiera
Publicado por Belen Oda Marty en 14:27
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2 comentarios:
Oh Belu querida! No sabes la nostalgia que me da leer lo que escribis! :-(
Bueno, en menos de un mes nos vamos a estar viendo!!!! y vamos a ir todos a ese cafe a desayunar el domingo :-)
Me encantó Belu!!!
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