sábado, 30 de octubre de 2010

IV

Ruta de mierda si las hay. Pago un peso por el peaje, pero que pinten las putas rayas laterales.

Con el corazón, el Red Bull, la ansiedad y recuerdo en la garganta, el mapa, la linterna del Nokia 1100 en las manos, el libro de Quique Wolff Simplemente Futbol en los pies del asiento de adelante, llegamos a Corrientes a las 2.30, cruzamos el puente y kilómetros más, respiramos el aire chaqueño como nunca antes. Hola Resistencia.

Y ahora, qué?

Dormimos 3 horas, y 12 minutos en una habitación de un lindo hotel del downtown. A las 7 de la mañana nos despertó una voz anónima, fría, esa que no entiende de 5 minutos extras. Llegar a una ciudad en la que nunca has estado antes tiene una excitación propia, es una consumisión gratis, una muestra de curiosidad insaciable. Caminamos 3 cuadras por unas calles que bien podrían haber sido las de Garín. Dividamonos, yo compro un par de revistas, nos espera un día largo.

Para qué, me tocó a mi el volante y como capitana de la embarcación se escuchó Luis Miguel a todo volumen. Pobre Lolo. Las ánimas dormidas del cansancio, y yo que seguía los carteles como podía. Porque las mujeres no tenemos problema en preguntar dónde estamos, es así.

Resistencia posadas en tres cds y trece minutos de radio. Paramos a almorzar en una parrillita al paso, en las afueras de la ciudad de la tierra roja. La peor idea en mucho tiempo. 3 horas y asado de por medio, nadie se hacía cargo de las 4 ruedas. Ni de las directivas. Ya vengo, dice alguno, caen con un nuevo mapa de la nueva región en dónde estabamos. Creo que ya que estamos acá conviene seguir subiendo, pasar cerca de Iguazú y cruzar a Brasil por el paso de Irigoyen y no por el de Sto Tomás, o Tomé o quien sea. Bendito nuestro ateísmo indiferente e ignorante. Se rie. Y dale. Que más da. Bernardo de Irigoyen, 220 km. Hora: 13.30

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