sábado, 6 de marzo de 2010

mucho, poquito, nada

No soy de enfermarme. Sólo tengo desgracias aisladas que suelen ser peores que un simple resfrío de media estación. Aun así, la salud no es nunca tema de conversación. Hasta que llegó el martes.

Vi y estuve en hospitales porteños, miré Sicko, leo los diarios de acá, entiendo como funciona el sistema de salud mas cuestionado por los presidentes latinoamericanos. Pero nunca lo había vivido. He aquí mi experiencia en un ER de película, la mía.



Autodiagnóstico a las 8.29: golpe en le hombro, ya se va a pasar. 8.32 Me duele bastante, esto del frío no me deja ver si tengo moretones. 8.50 “por suerte es el derecho”. 12.30 “a ver, dejáme ver. No, no puedo levantarlo, me tira por todos lados”. 15.40 N.A. El Advil deja mucho que desear. 16.50 Me comentan que hay una salita de emergencia para los empleados de la compañía. 16.55 A rayos. Necesito una X ray. 17.45 llamo a mi seguro. Me cubren hasta 500 dólares por la primera consulta. Pregunto por mi piso si alguien tiene idea de cuánto sale hacerse una radiografía. En mi blessing ignorance podía costar desde 50 dólares hasta los 500 que me “cubría” el seguro argentino. Nadie tenía idea. “Alrededor de 150 dólares”, tiro fruta mi amiga del callcenter del seguro. En fin, averigüemos. Qué mejor que hacer un martes a la noche que conocer los pasajes del hospital St. Vincent Catholic Medical Center en el lower Manhattan.

Te reciben dos enfermeras vestidas de azul francia, quienes deciden la gravedad del enfermo y otorgan prioridad según estándares médicos. Como era un martes cualquiera, era una noche promedio y no tuve que esperar más de 5 minutos hasta un señor (muy elegante – tenía chaleco que me remonta a la década del 50) me hace llenar un par de planillas y, con el mejor de los tratos me pregunta: do you have insurence? No, le digo (mi seguro funciona con método refund). Ok, firmá aca, aca, aca, aca, aca y…acá. Mi amigo no entendía nada. Lo primero que le pregunté antes de que me saliera con los papeles como si fuese a comprar un inmueble fue, cuánto cuesta una consulta y unos rayos X? Debo admitir que los tenían muy bien entrenados. Parecia Kristina el pobre señor, hablaba sólo. No le pude hacer decirme una sóla cifra. Necesito saber antes de firmar, my friend.

Me derivó a una señorita rubia, doctora ella, muy amable que me tomó la presión (todo esto yo sin firmar), la temperatura, la respiración, mis reflejos y después me preguntó qué me pasaba. Si decidía que tenía que ir por la puerta izquierda me costarían unos “300 y algo” y por la puerta derecha unos “400 y algo”. Barato el tema. Me compro un pasaje a San Francisco o me voy el martes a la puerta derecha. Todo un dilema.

Por suerte dijo que mi problema se resolvía en la puerta izquierda, el “Fast track”. Sabiendo que tenía el tema cubierto por el seguro, firmé la bienvenida al Sistema de Salud Americano.

Cruzas la puerta y es otro mundo. Me pidieron los datos (de mi pago) y me dijeron que tome asiento. Me llamó un enfermero para que me siente en uno de los consultorios que ya venía la doctora. Le conté lo sucedido esa mañana y directo a rayos pasando un examen de orina. Pero no doctora, no estoy embarazada. Le prometo. Acá no se fía, mañana quizá, el cartelito piola que había en el quisco al lado de mi colegio. Segunda ronda, que no estaban seguros. Me quiero ir, ya no empezaba a divertirme estar ahí hace dos horas. Al lado mío un viejo que me contaba de su vida, que la mujer la acababan de operar de cataratas y que el estaba viejo ya. Que si tengo novio, que la vida es corta que el se enamoró sólo una vez y no de su mujer. Personajes de una fábula entristecidos por la realidad.


No tenés huesos rotos, Mrs Marty. Una buena. Que sigue? Tomá esto cada 4 horas, hay una farmacia acá a 3 cuadras abiertas 7-24. Tenés los ligamentos prendidos de un hilo. Hace reposo del área lastimada y te derivo a un traumatólogo. Chau chau. Check out incluyó: 328 dólares (consulta mas rayos), una historia clínica completa de todo lo que me habían hecho, un diagnóstico por escrito, una inmovilizador de hombros, la receta de mis drogas y una palmadita en la espalda.

Oxycodrone es la droga que me recetaron, algo así como un sedante que evita que el dolor me llegue al cerebro. Crea sensación de relajación (tómenme la palabra) porque es un narcótico. De estos, 20.

Hace mucho que no recibía tal trato profesional. No critico a nadie, sólo resalto el profesionalismo con la que fui tratada y eso nadie me lo puede discutir por que fue así como yo lo sentí. Me fui satisfecha con el producto que compré. Ni más ni menos.



2 comentarios:

Roberto dijo...

Interesante relato.
Lo cual me levaría a decir que es mejor enfermarte en Estados Unidos que en Argentina.
Acá en algunas cuidades ni siquiera tienen sala de terapia intensiva.

Anónimo dijo...

La verdad que mi experencia en el hospital aleman en buenos aires, tanto durante todo el embazarazo como en el parto y el post parto fue aluscinante. No meimaginaba que en nuestro pais una internacion podia ser una experiencia tan buena tan buena que no queria que me den el alta!! Lo juro!!!
Ceci!